domingo, febrero 06, 2005

LOS CACHOS, SEGÚN DARWIN

Hace poco estuve en una reunión, en la que me contaban sobre un estudio que se está llevando a cabo en Europa. Resulta que un grupo de científicos, compuesto por antropólogos, evolucionistas y psicólogos están estudiando la siguiente hipótesis: la infidelidad no es un desorden social, sino una herramienta para garantizar la continuación de nuestra información genética.

Es una teoría que para muchos puede ser chocante, pero, si la escuchan con la suficiente frialdad científica, puede sonar como un planteamineto convincente. Por un lado, tratamos de garantizarnos una compañía estable y duradera; que tenga tanto rasgos similares como complementarios a los nuestros; y nos aseguramos así la perpetuación de nuestros rasgos y una persona que comparta con nosotros la responsabilidad del cuidado de los niños. Por otra parte, un porcentaje considerable de esas parejas tienen -al menos- un miembro que se mueve también fuera del círculo matrimonial; lo cual le garantiza la continuación de su información genética a las generaciones futuras, en caso que la pareja inicial falle. Esta segunda opción le permite al individuo combinar sus genes de manera más variada, y tener más posibilidades de perpetuación.

Si las cosas son en verdad así, ¿que será de nosotros entonces? ¿será este argumento una expusa para que unos salgan de sus casas por la ventana a media noche; mientras otros encadenan a sus parejas a la cama, y las vigilan con un arma bajo la almohada?

Tal como dije antes, el argumento aquel suena convincente, pero no me ha convencido aún.

Muchas personas pueden aceptar tal teoría ciegamente, basados en el fundamento científico que tiene. Otros, la rechazarán de manera tajante, quizás por convicciones religiosas. Asi entonces, mientras unos se ven sometidos a la voluntad de Dios, otros se ven sometidos al capricho casi estadísitco del genoma.

Personalmente, creo en la existencia de ambos (Dios y el genoma). No suelo profundizar en la religión. Tampoco suelo asimilar los planteamientos de la ciencia, sin cuestionarlos o confirmarlos primero. En este caso, hay algo que me han enseñado, y no estoy dispuesto a renunciar a tal enseñanza: mi libertad de decidir.

Me declaro un firme convencido del libre albedrío, y por ello acepto la consecuencias de mis actos. Por ello también juzgo y cuestiono la naturaleza de las ideas y de las personas; y por más desagradables que me parezcan, las respeto.

A través de la historia, los seres humanos hemos tenido muchos excusas para no asumir el control total de nuestros actos: Los dioses, el Dios, los conquistadores, los opresores, el rey, el dictador, el partido, el gobierno, la guerra, la sociedad de consumo, etc. Me parece que la Humanidad ya ha tenido bastantes chivos expiatorios como para que añadan uno más a la lista. Por ello, propongo dejar al genoma tranquilo. Aprender de él es algo bueno, pero, ¿reponsabilizarlo de los daños que hacemos a nuestros semenjantes y de las oportunidades que perdemos en nuestras vidas? En mi opinión, no.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un excelente punto de vista el del ausente Franklin. Tampoco me aferro a Dioses ni ciencias, solo al amor propio, antes del amor verdadero. Y es que al que le agrada la infidelidad, que sea feliz con ella( y ellas o ellos) pero yo siempre apoyarè a que siempre es mejor "solo...que muy acompañado".
Por lo general, el macho siempre tiende a ser infiel, por mantener la raza, pero quien me explica por que la hembra lo hace? Curiosidad, inseguridad, experiencia, venganza, desprecio a quien està a su lado? Pero la sicologia tambien dice que esos patrones tus hijos los heredaràn...yo quiero lo mejor para los mios aunque aun no los tengo.