miércoles, noviembre 15, 2006

"¡NI PARÍS CON AGUACERO... NI PICHINCHA SIN TÍ!"

"Han pasado 10 años desde que estuvimos por acá", dijo el Bob Dylan de la lengua española, estando ya apoderado del escenario y de la atención de público; luego de haber iniciado su concierto con una inesperada "Aves de Paso" que hizo rugir a todos. Haciendo gala de su típico sombrero de hongo con el respectivo jacqué concho de vino, prosiguió con su aguardientoso monólogo:

"... recuerdo que estuvieron algunos grandes en esa ocasión. Etaban Silvio, Aute, la negra Sosa; hasta mi enemigo íntimo, Fito. No recuerdo si cantamos. Lo que sí me viene muy bien a la memoria es que habían botellas por tooooodos lados. No sé si hicimos algo por la Capilla del Hombre, ¡pero a algunas sí que les contruímos sus capillitas!".

Y así, el cínico genio de Sabina prosiguió de manera deleitante con el concierto que mucho habíamos anhelado desde hace años atrás.

Personalmente, guardé muy dentro de mí la frustración de no haber podido estar en el primer festival de "Todas las Voces Todas", donde Sabina y los demás ya mencionados se reunieron con el fin de colectar fondos para la construcción de la "Capilla del Hombre" de Guayasamín. Creo que en ese entonces estaba recién terminando una relación larga. A causa de ello, mi poco dinero me lo consumía viviendo de manera pendenciera en las discotecas de Guayaquil, siguiendo el modo de vida que Sabina ejercía cuando su salud se lo permitía. Irónico. No ví la presentación mi cantante favorito por seguir lo que Calamaro catalogaría como "su buen mal vivir".

Desde antes de aquellos hechos, Sabina estaba en mi lista de admirados. Mostró una cara interesante para mí, durante la etapa final de mi adolecencia, en la que se cree aún el amor puro y prístino, tal como antes se creía en Papá Noel y los Reyes Magos. Los cuadros que pintaban sus letras resultaban dolorosos, pero reales; y por ello, bellos. Sin saberlo, Sabina ha chupado conmigo en muchas ocasiones. En algunas, por el reencuentro con la soledad. En otras,
por la dulce compañía de alguien que no veremos más. En un par de ocasiones, creo que me puso los tragos por un par de errores que no volvería a cometer, valieron la pena. En fin, esa voz aguardientosa ha sido consuelo e inspiración; tanto para vivir como para desvivir intensamente.

La noches pendencieras de la amrgura cedieron ante las noches pendencieras de la alegría. Me fui a Quito, y ahí la noche adquirió un matiz interesante bajo la guía sabinesca.

Puedo jactarme de no haberme perdido ninguno de los mejores conciertos que han habido en Quito entre el 96 y el 2002. Estuve en Deaf Leppard, Manu Chau (donde pude ver lo insípida que es Meg Ryan cuando no estaba rodando "Proof of Life"), Gustavo Cerati (muy anecdótico, por cierto), Fito Páez, incluso el histórico concierto de 4 horas que diera Charly García. El concierto anterior a aquel en que lo metieron preso. Sin embargo, ver que Sabina producía "19 Días y 500 Noches", ver que hacía las giras que terminaron por convertirse en "Nos Sobran los Motivos" y notar que Ecuador no estaba en su agenda, era decepcionante. Sabina en vivo era un nicho vacío en mi lista de conciertos.

Sabina anunció su concierto en Quito mucho tiempo después que regresé a mi querida Guayami. El viaje a Quito estaba planificado al principio, con mi "Marciana Iracunda", pero por vicisitudes de la maternidad no pudo acompañarme. Eso es lo único que ensombreció este viaje.

Sin embargo, el viaje sirvió para reunirme con viejos amigos y amigas; incluso con amigos nuevos, que en la cola del aeropuerto ya hablaban del concierto, con quienes empezó una amistad interesante con un par de palabras "¡Ah! Ustedes también van al concierto de Sabina, ¿ah?".

Los nuevos amigos no sólo fueron mis compañeros de vuelo; también compartimos el taxi a la salida del concierto. Y, aunque separados por la ubicación de nuestros respectivos asientos, también fueron mis compañeros para escuchar "Ahora que", "El Boulevard de los Sueños Rotos" (dedicada a Chavela Vargas, que se había roto la cadera un par de semanas atrás), "Ruído", "Resumiendo", "Mentiras Piadosas", "Pájaros de Portugal" y muchas otras más que prefiero guardármelas aún en el tintero, siguiendo las enseñanzas del maestro.

Sabina y sus músicos hicieron gala de un muy buen performance en el escenario. Superaron muy bien los problemas de falta de oxígeno, aunque a veces Sabina sí dejaba ver que le faltaba un poco de aliento. Nada que un breve descanso y un vaso de agua no pudiese arreglar. Los músicos y amigos de sabina tuvieron también su momento de gloria. Paco Varona canto "Esta Boca es Mía"; y Juan García de Diego cantó "A la Orilla de la Chimenea". La maravillosa Olga Román, que canta y encanta con su voz y con su figura, deleitó al público más de una vez. Sabina dijo en algún momento "la traigo siempre a los escenarios conmigo, porque Ustedes pagan por oir a alguien que cante de verdad". Entre ella y Sabina hicieron una simpática actuación durante la "Canción para la Magdalena", emulando la santidad de la puta, y al solitario, que anhela ser bendecido con un poco de pecado. Esa fue la nota lúdica del concierto. Bien hizo este viejo de más de "cuarenta y dieciseis" años en decir cuando la presentaba entre sus múscos: "Sé que ella es la mujer de sus sueños, pero, ¡yo la ví primero!"

Ya en la recta final, el Bob Dylan españolito disparó lo mejor de su repertorio. "19 días y 500 noches", "el Pirata Cojo", "y el conocido mix de "Noches de Boda/Y nos dieron las Diez". Sorprendió a todos cuando cantó en conjunto con sus músicos la intocable "Llueve Sobre Mojado".

Finalmente la retirada de este "escritor de versos", como él se define ocurrió Las luces se prendieron y en los parlantes comenzó a sonar la grabación de "Pastillas para no Soñar". Un buen concierto. Ha valido la pena. No sé si Sabina lo recuerde, pero creo que muchos de nosotros sí lo haremos; desde la mayúscula de su inicio hasta el "punto final de los finales", aunque -como dice el maestro- no le sigan dos puntos finales.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dunchen! Que buen concierto... falto mencionar otro tema interesante que fue lo Intergeneracional de la audiencia... mis amigos Roberto y Julita (ambos cincuentones) llevaron a Petita, la mamá de Julia, una señora de ochenta y pico, que coreo todas las canciones, mientras que detras de nosotros un grupo de "pubertos" comentaba como lograron que sus padres se interesaran en la música de Joaquin.

En fin... "Fue en un pueblo sin mar una noche, durante un concierto".

Anónimo dijo...

Buaaaa me lo perdí, aunque yo si fui a Todas las Voces, Todas, me habría encantado verlo de nuevo. Gracias por llamarme en cada canción nuestra.